Madrid y sus quintas de recreo

  • Almendros en la Quinta de los Molinos
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Cuando el rey Felipe II eligió Madrid como sede de su corte permanente en el siglo XVI muchos aristócratas y nobles se trasladaron a nuestra ciudad, en cuyos alrededores mandaron construir explotaciones agrícolas que con el tiempo se convertirían en casas de campo para sus ratos de asueto. Algunas de ellas hoy son parques donde conviven historia y naturaleza.

Publicado en la revista esMADRIDmagazine febrero 2025

Quinta de los Molinos Ya es primavera. O lo parece. Eso han debido de creer ya muchos de los árboles y plantas que tanto nos recuerdan que Madrid es una ciudad verde, una de las que cuenta con mayor número de árboles de alineación en el mundo, además de un amplio catálogo de jardines y parques. Uno de ellos es la Quinta de los Molinos, que conviene visitar justo ahora para disfrutar de ese precioso efecto de panorama nevado que produce la floración de los almendros, de los que hay muchísimos ejemplares en el parque, unos 6000. Sus copas blancas y rosas sirven de inspiración a multitud de pintores, que en cuanto llegan estas fechas no quieren dejar pasar la oportunidad de plasmar con pinceles algo que es tan difícil de ver. ¡Sólo ocurre una vez al año! Y apenas dura unos días…

Disfrutar del momento es, además, la mejor de las excusas para conocer la Quinta de los Molinos, uno de esos rincones casi secretos que esconde Madrid. Aunque ahora esté a dos pasos del centro, junto al Metro de Suanzes, esta zona era antes el extrarradio de la ciudad, donde tenían sus residencias de verano numerosas familias nobles. A comienzos del siglo XX el conde de Torre Arias donó unos terrenos al arquitecto César Cort, quien compró otros colindantes para así hacer más grande su finca, en la que construyó varios palacetes, en uno de los cuales está ahora instalado el Espacio Abierto Quinta de los Molinos, un centro cultural con programación permanente para el público infantil y juvenil. Hay teatro, talleres, ciclos de danza creativa… Y un café-jardín, para tomar algo, elaborado siempre por la Quinta Cocina, en la que se forma a jóvenes en riesgo de exclusión.

Las 25 hectáreas del parque incluyen grandes extensiones de arbolado, en las que es posible encontrar, además de los famosos almendros, una gran cantidad de especies, como olivos, cedros, plátanos, lilos… Existen multitud de senderos, que hay que recorrer sin rumbo para encontrarse, aquí y allá, con estanques, fuentes, pozos y hasta una pista de tenis de hierba con un pequeño graderío alrededor, en la que, claro está, hoy en día no se puede jugar. Aunque, puestos a jugar… ¿qué tal si buscamos los dos molinos de viento que dan nombre al lugar? Fueron traídos desde Estados Unidos en torno a 1920 para extraer agua de regadío.

Entre encinas y cascadas

La Quinta de los Molinos es solo una más de las quintas de recreo que las familias nobles adquirieron en las entonces afueras de Madrid a partir del momento en que Felipe II eligiera la Villa para su Corte. Eran de uso lúdico, sí, pero también servían como explotaciones agropecuarias. Aunque casi todas alcanzaron su máximo esplendor en el siglo XIX. Muchas, como la Quinta del Sordo, en Carabanchel Bajo, donde vivió Francisco de Goya, ya han desparecido. Pero hay otras que sí podemos visitar.

También hay almendros en la Quinta de Torre Arias, situada prácticamente al lado de la Quinta de los Molinos, también en la calle de Alcalá. La que fuera la primera casa de campo de Canillejas fue edificada, en torno al año 1580, por el primer conde de Villamor, y sufrió numerosas reformas después.

Sus jardines albergan hasta 51 especies diferentes, entre las que destaca una encina ¡de 300 años! Veremos, además, lilos, árboles del amor, con sus hojas en forma de corazón, fotinias… Muchos miércoles y domingos se realizan visitas guiadas a cargo de educadores medioambientales, aunque aquí lo mejor es imaginar cómo era la antigua vida en su palacio rojo, rematado por una torre con reloj. ¡Qué pena que no podamos entrar! Por tener tuvo hasta un vestidor de estilo persa.

Quinta de Torre Arias

Situada en el distrito de Salamanca, la Quinta de la Fuente del Berro, todo un oasis al lado de la M-30, fue una de las primeras en construirse al este de Madrid cuyo origen hay que buscarlo en el siglo XVII.

Propiedad primero de la Casa Real, a partir del siglo XIX se convirtió en un parque de recreo de la burguesía. Porque, atención, la quinta acogió en su día ¡un Parque de Atracciones! Se llamaban los Nuevos Campos Elíseos, con sus caballitos y su montaña rusa. Hoy presenta una topografía con desniveles, con el agua como gran eje en torno a la que todo pasa: estanques, rías, cascadas y fuentes se reparten por toda la superficie.

Entre los elementos que nos podemos encontrar paseando destacan los monumentos a dos poetas, Bécquer y Pushkin, y un palacete. Aunque sus habitantes más famosos son los pavos reales que campan a sus anchas por el parque.

la Huerta de la Salud

Recuerdos del pasado

El Casino de la Reina fue una casa de recreo con grandes jardines, hoy muy reducidos, que el Ayuntamiento de Madrid regaló a la reina Isabel de Braganza, segunda esposa del rey Fernando VII, allá por 1817. Ocupaba el perímetro que luego delimitarían la glorieta y el Portillo de Embajadores, la ronda de Toledo y la ribera de Curtidores, en pleno corazón de Madrid.

Casino de la Reina

Cuenta con un centro cultural donde se organizan diversas actividades, la denominada casita, destinada a actividades infantiles, y, como patrimonio verde, más de doscientos árboles, entre acacias de Japón, ciruelos rojos, almeces y moreras de papel. Quedan lejos los tiempos en los que contenía un palacete, un invernadero, una gran ría con un dique y dos lanchas de remos y, en la parte más alta, un cenador.

Tendremos que dirigirnos hasta el distrito de Hortaleza para encontrar la Huerta de la Salud, cuyos primeros propietarios fueron los duques de Frías. A finales del siglo XIX fue adquirida por el jurista Pedro Tovar, que la transformó en un complejo agrícola-industrial, del que nos ha quedado como testigo un enorme silo. Una torre poligonal que, en sus tiempos, formaba, junto a El Granero y El Palomar, desaparecidos ambos en la década de 1970, una terna de monumentos que causaban admiración. En ellos se posaban las cigüeñas que anunciaban a los vecinos la llegada de la primavera. Hoy acoge un centro cultural.

la Huerta de la Salud

Descanso real

La Quinta de Vista Alegre, en el distrito de Carabanchel, fue construida en 1802, pero vivió sus momentos de mayor apogeo en los años centrales del siglo XIX, como residencia de verano de María Cristina de Borbón, cuarta esposa de Fernando VII. Más tarde perteneció al marqués de Salamanca, que compró la finca por 2,5 millones de reales.

En su palacio, convertido hoy en sede del Centro Regional de Innovación y Formación, albergó una valiosa colección de arte. Desde 2021 sus jardines son visitables. Diseñados por diferentes arquitectos y jardineros para varios propietarios a lo largo de diversas épocas, forman un conjunto extraordinariamente variado de jardines de sombra, geométricos, de plantas exóticas y de propósito ornamental y rústico, de carácter productivo… En ella encontramos también la plaza de las Estatuas, una ría y un parterre.

Finca de Vista Alegre

Para conocer la última de las fincas históricas que se conservan en Madrid tendremos que acercarnos hasta El Pardo donde abre sus puertas la Quinta del Duque del Arco, construida en 1717. El diseño del jardín es de Claude Truchet, de influencia francesa, al gusto del rey Felipe V, pero con rasgos españoles e italianos. Cuenta con terrazas, esculturas, estanque y unas enormes coníferas, plantadas con posterioridad, que llaman poderosamente la atención, igual que su palacio, que no se puede visitar. Con un vistazo basta parad darnos cuenta: se parece mucho al de la Zarzuela.

Quinta del Duque del Arco en El Pardo

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    Quinta de Torre Arias
  • Quinta de Torre Arias
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